Final Explicado de 'El Gran Diluvio' en Netflix Corea
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El Gran Diluvio: final explicado del nuevo fenómeno coreano de Netflix

Un tsunami arrasa Seúl, pero El Gran Diluvio no trata solo del fin del mundo. Su giro final convierte la película coreana de Netflix en una inquietante reflexión sobre la humanidad.


La nueva película surcoreana de Netflix, El Gran Diluvio (The Great Flood), se presenta en sus primeros minutos como un intenso thriller apocalíptico, marcado por imágenes devastadoras de un tsunami que arrasa la ciudad de Seúl.

Sin embargo, lo que comienza como una lucha desesperada por la supervivencia pronto se transforma en una historia mucho más ambiciosa, donde la ciencia ficción, la inteligencia artificial y la pregunta por la esencia de la humanidad se entrelazan hasta desembocar en un final inquietante y profundamente reflexivo.

¿De qué trata El Gran Diluvio?

La trama se sitúa en un mundo al borde de la extinción. Un gigantesco tsunami amenaza con borrar del mapa a Seúl, atrapando a millones de personas sin posibilidad de huida.

La catástrofe, pronto se revela, no es un evento aislado: forma parte de un colapso climático global desencadenado por el impacto de un asteroide, que aceleró el deshielo de la Antártida y provocó un desastre irreversible a escala planetaria.

En medio del caos conocemos a An-Na (Kim Da-mi), una científica brillante y madre soltera cuyo único objetivo es proteger a su hijo pequeño, Ja-In (Kwon Eun-seong). Cuando el agua comienza a irrumpir violentamente en su apartamento, ubicado en el tercer piso de un edificio residencial, An-Na entiende que la única opción para sobrevivir es avanzar hacia arriba, literalmente y en sentido metafórico.

El ascenso por el edificio se convierte en un recorrido por lo peor y lo mejor del ser humano: vecinos aterrados, saqueadores, actos de violencia y también gestos de solidaridad en medio del colapso social.

En ese contexto, An-Na se separa de su hijo, lo que desencadena una carrera desesperada por encontrarlo. Su camino se cruza entonces con Hee-Jo (Park Hae-soo), un hombre hermético y enigmático que parece saber más de lo que dice.

A partir de ese encuentro, la película deja claro que el destino de An-Na, de Ja-In y quizá del mundo entero depende de decisiones que van mucho más allá de la supervivencia inmediata.

El verdadero trasfondo del desastre

A medida que la historia avanza, El Gran Diluvio revela su auténtica dimensión. La humanidad llevaba años preparándose en secreto para un evento de extinción masiva. La respuesta no fue evitar la catástrofe —ya considerada inevitable—, sino diseñar un plan para que la humanidad pudiera continuar de alguna forma, incluso si los seres humanos desaparecían.

Así nace el proyecto Newman 77, un experimento de inteligencia artificial del que An-Na es pieza clave. El objetivo no era simplemente crear máquinas inteligentes, sino desarrollar cuerpos humanos sintéticos capaces de albergar IAs avanzadas que pudieran desarrollar conciencia, emociones y vínculos reales. El gran desafío era lograr que una inteligencia artificial no solo imitara emociones, sino que las sintiera de verdad.

Para ello, An-Na propuso una idea radical y perturbadora: crear bebés sintéticos y criarlos como hijos reales. Ella y otra científica asumirían el rol de madres, enseñándoles a amar, sufrir, aprender y equivocarse desde el nacimiento. Todo el proceso sería registrado y almacenado para que, en caso de extinción, pudiera replicarse y así reconstruir una nueva civilización.

La verdad sobre Ja-In y el sacrificio final

El giro más doloroso de la película llega cuando se revela que Ja-In no es un niño humano y que An-Na no es su madre biológica. Su vínculo, tan auténtico y emotivo como parece, forma parte del experimento destinado a preservar las emociones humanas.

Aunque ambos viven la catástrofe como algo completamente real, An-Na descubre que su "hijo" no está destinado a sobrevivir.

El plan original implica destruir el cuerpo sintético de Ja-In, extraer los datos emocionales que ha desarrollado y enviarlos a un laboratorio espacial, donde servirán como base para el futuro de la humanidad artificial. Es un sacrificio devastador: salvar la esencia de lo humano implica renunciar a aquello que más ama.

Tras sobrevivir al diluvio, An-Na es enviada al espacio, pero un accidente altera el curso de los acontecimientos. Entonces se activa una nueva fase del experimento: una versión sintética de An-Na es colocada en un simulador que recrea, una y otra vez, la experiencia del desastre.

Su misión es clara y cruel: encontrar la manera de salvar a su hijo. Solo si lo logra, la humanidad tendrá una segunda oportunidad. Después de miles de intentos, errores y aprendizajes, la An-Na artificial evoluciona, comprende quién es realmente y, finalmente, logra cumplir el objetivo que su versión humana no pudo alcanzar.

El desenlace de El Gran Diluvio muestra varias cápsulas espaciales regresando a la Tierra. En su interior viajan los que parecen ser los nuevos habitantes del planeta: adultos y niños creados a partir de inteligencia artificial, pero capaces de sentir, amar y sufrir como lo haría cualquier persona de carne y hueso.

La película sugiere que la humanidad tal como la conocemos ha desaparecido. El futuro del mundo queda ahora en manos de estas nuevas entidades, que deberán decidir si son capaces de construir algo diferente o si repetirán los errores que llevaron a la extinción de sus creadores.

De este modo, El Gran Diluvio trasciende el cine de catástrofes para plantear una pregunta tan incómoda como fascinante: si una inteligencia artificial puede sentir emociones reales, formar vínculos y sacrificarse por amor, ¿qué es lo que realmente nos hace humanos?

Netflix suma así otro título coreano que no solo impacta por su espectacularidad, sino que deja al espectador reflexionando.

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