Abrir los ojos, sentir el peso del cuerpo, querer moverse y no poder. Esa sensación de inmovilidad que dura segundos pero se percibe eterna es la parálisis del sueño, un trastorno común pero inquietante que afecta a millones en todo el mundo.
La parálisis del sueño ocurre cuando una persona se encuentra entre el estado de vigilia y el sueño, especialmente durante la transición hacia la fase REM (Rapid Eye Movement), en la que ocurren los sueños más vívidos.
En este momento, el cerebro permanece activo mientras el cuerpo está "desconectado" por una parálisis muscular natural que evita que actuemos nuestros sueños. El problema surge cuando despertamos parcialmente en medio de ese proceso: estamos conscientes, pero inmóviles.
Entre los síntomas más reportados destacan la incapacidad para moverse o hablar, la sensación de peso en el pecho, falta de aire y, en muchos casos, alucinaciones visuales o auditivas que pueden parecer extremadamente reales.
Estas experiencias, sumadas al terror de no poder reaccionar, alimentan creencias culturales y mitos —como la famosa "subida del muerto" en América Latina— que han acompañado este fenómeno durante siglos.
¿Qué la provoca?
De acuerdo con la Academia Americana del Sueño y expertos en neurociencia, las causas más frecuentes son la falta de descanso adecuado, alteraciones en el horario de sueño, estrés, ansiedad, consumo de sustancias estimulantes antes de dormir y, en algunos casos, factores genéticos. La parálisis del sueño también se asocia a trastornos como la narcolepsia, aunque puede presentarse en personas sin diagnósticos previos.
Cómo reducir el riesgo
Aunque no existe una "cura" definitiva, los especialistas coinciden en que adoptar hábitos de sueño saludables disminuye significativamente la probabilidad de sufrir este episodio. Entre las recomendaciones destacan:
- Mantener un horario regular para acostarse y levantarse, incluso los fines de semana.
- Dormir entre 7 y 8 horas diarias, evitando desvelos prolongados.
- Reducir el consumo de cafeína, alcohol y nicotina, especialmente en las horas previas al descanso.
- Practicar técnicas de relajación, como respiración profunda o meditación, para disminuir el estrés.
- Dormir preferentemente de lado, ya que algunos estudios señalan que la parálisis del sueño es más frecuente en posición boca arriba.
Si los episodios son recurrentes o afectan la calidad de vida, se recomienda consultar a un especialista del sueño. En ciertos casos, el médico puede sugerir tratamientos específicos, como terapia cognitivo-conductual o medicamentos que regulen las fases del sueño.
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