El internet vive una transformación sin precedentes, y con él, las estafas digitales también evolucionan.
Actualmente, los fraudes en línea ya no se limitan unicamente a los famosos correos de phishing. Hoy, los delincuentes usan deepfakes e identidades sintéticas para clonar a familiares, simular directivos y engañar a usuarios o empresas, provocando pérdidas millonarias.
Se estima que este tipo de fraude crecerá 162% durante 2025, reflejando una amenaza global cada vez más real. En el marco del Mes de la Concienciación sobre Ciberseguridad, el foco está en una vulnerabilidad clave: la prueba de humanidad.
"La IA está desbloqueando un potencial increíble, pero la ciberseguridad debe evolucionar más allá de contraseñas y firewalls", afirma Miguel Rocha, gerente general para México y Centroamérica en Tools for Humanity.
Según una encuesta de IPSOS, 90% de los guatemaltecos ha sido víctima o conoce a alguien afectado por fraude digital, y 83% teme no distinguir si un contenido fue creado por humanos o IA. Entre los riesgos más frecuentes destacan la suplantación de identidad, los perfiles falsos en redes y las mayorías manipuladas por bots. Estas prácticas erosionan la confianza y distorsionan la realidad digital.
Más riesgos de los deepfakes
Frente a ello, expertos proponen un cambio profundo: establecer una "prueba de humanidad" que verifique, de forma privada y universal, que cada usuario es una persona real".
Tecnologías como World ID ya aplican este principio, permitiendo validar humanidad sin exponer datos personales. En un mundo donde las máquinas imitan perfectamente a las personas, probar la humanidad es el nuevo pilar de la seguridad digital.
Tablets que inspiran aprendizaje y creatividad en los más peques de la casa
La tecnología educativa se consolida como una aliada esencial en la formación infantil y juvenil.
La verificación de humanidad representa un punto de inflexión. No se trata solo de seguridad, sino de restablecer la confianza que sostiene la vida en línea: desde transacciones financieras hasta conversaciones cotidianas. Si cada interacción digital pudiera garantizar que hay una persona detrás, el internet recuperaría su esencia humana.
Organizaciones públicas y privadas deben liderar esta transformación adoptando herramientas que prioricen la autenticidad. Implementar sistemas de prueba de humanidad puede reducir el fraude, fortalecer las relaciones digitales y crear entornos donde la tecnología sirva a las personas con transparencia.