Aunque los síntomas pueden aparecer lentamente, reconocerlos a tiempo es clave para evitar complicaciones graves.
La diabetes en perros y gatos ocurre cuando su cuerpo no puede producir suficiente insulina o no la usa correctamente.
En los perros, esto generalmente es por un daño en el páncreas (diabetes tipo 1), mientras que en los gatos es más común una resistencia a la insulina (diabetes tipo 2).
Si tu perro o gato está ganando peso sin razón o mostrando comportamientos raros, podría ser hora de investigar más a fondo.
La obesidad es un problema creciente en mascotas y uno de los principales culpables de este aumento de casos.
Aunque los síntomas pueden aparecer lentamente, reconocerlos a tiempo es clave para evitar complicaciones graves.
Signos que debes identificar
Si notas que tu peludo está bebiendo más agua de lo habitual y, como consecuencia, está orinando más de lo normal.
Además, su apetito aumenta o está perdiendo peso sin razón aparente, son señales de alerta. Las cataratas son otro indicio de la enfermedad.
En gatos, también puede haber un cambio en su postura, adoptando una posición de "pies planos" y perdiendo la capacidad de saltar como antes.
La primera acción es llevarlo al veterinario. El diagnóstico se hace con un simple análisis de sangre y orina para verificar los niveles de glucosa.
En los gatos, sin embargo, el estrés puede interferir con el diagnóstico, por lo que a veces se necesitan pruebas adicionales o monitoreo en casa. Si la diabetes se confirma, no te alarmes. Con un tratamiento adecuado, tu mascota puede seguir teniendo una vida feliz.
El tratamiento de la diabetes en mascotas incluye una dieta balanceada, ejercicio regular y, en la mayoría de los casos, la administración de insulina.
Los perros generalmente necesitan una dieta rica en fibra y carbohidratos complejos, mientras que los gatos deben seguir una dieta alta en proteínas y baja en carbohidratos.

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