La conexión WiFi ha transformado la forma en que se interactúa con el mundo digital al eliminar la necesidad de cables, permitiendo el acceso a internet desde cualquier rincón de un hogar o lugares públicos.
Sin embargo, a pesar de su practicidad, existen situaciones en las que desactivar la conexión puede ofrecer importantes ventajas.
Aumentar la seguridad, proteger la privacidad, y reducir el consumo de energía, son algunas de las principales razones por las que desconectar esta funcionalidad en determinados momentos puede ser beneficioso.
Aunque éste se percibe generalmente como una tecnología segura, los riesgos de ataques cibernéticos o de accesos no autorizados están siempre presentes.
Las redes inalámbricas pueden ser vulnerables a diversas formas de ataques, especialmente cuando no se cuenta con protocolos de seguridad actualizados o se utilizan contraseñas débiles.
Apagarlo cuando no se está utilizando reduce significativamente la posibilidad de que un ciberdelincuente intente acceder a la red o a datos personales, especialmente en contextos donde el ordenador está en modo de reposo o sin actividad, la cuál es una medida preventiva que minimiza el riesgo de exposición a amenazas externas.
Cómo prevenir ataques cibernéticos
Al apagar el WiFi, los dispositivos conectados se vuelven inaccesibles desde el exterior, lo que dificulta que hackers u otros actores malintencionados puedan vulnerar el sistema.
Asimismo, en situaciones donde el usuario no está en casa o en la oficina, apagar el router o la conexión WiFi también es una estrategia eficaz. De esta manera, se evita que la red esté disponible para intentos de intrusión, lo que puede ocurrir incluso cuando no se está haciendo uso activo de internet.
La combinación de medidas simples como esta, junto con el uso de contraseñas robustas y la actualización regular de los protocolos de seguridad, contribuye a un entorno digital más seguro.